Caballito de mar

Después de semana y media de inyecciones llegó el día de la punción. Teníamos cita para las 12 (cuando nos daban a elegir la hora siempre preferíamos a media mañana ya que la media hora que nos separa de casa a la clínica se convertía en mínimo hora y media con el tráfico de primera hora de la mañana).

Llegamos y nos tocó esperar una media hora, estábamos bastante nerviosos. Acompañé a la parienta hasta la puerta del quirófano, nos despedimos por un ratito y me fui a hacer los deberes. Siempre que ha tocado he sido de «obtener la muestra» (eufemismo utilizado en la clínica) allí mismo por lo que pudiera pasar al «botecito» en el trayecto.

Cuando llegué a la zona de andrología para obtener mi muestra mis nervios aumentaron. De todas las veces que habíamos estado en la clínica antes de ese día nunca lo había visto con tanta gente. Imaginé como encontraría la silla de calentita, pero lo que más me preocupaba es que terminaran con la parienta y yo estuviera ahí esperando (unos diez tíos por delante, dos cabinas de extracción, a una media de 10 minutos… sí, media de 10 minutos, porque o llegas y «obtención», o llegas y «no sé que pasa, no sé que pasa…» y unos 15 minutos después, «obtención»).

Cuando me tocó me recibió una bióloga bastante maja que me explicó por enésima vez «el procedimiento de obtención de la muestra y las medidas de higiene para ello». Me recordó que la forma de obtención era por masturbación («¡No me diga!», pensé). La bióloga me mostró el habitáculo donde obtendría la muestra, de espaldas a la televisión que se encontraba encendida en la escena del barco («Otra vez»; era mi tercera vez, podría repetirle los diálogos o sucesión de onomatopeyas si no fuera porque la tienen sin volume… Ya contaré en un único post mis experiencias en el «pajillódromo», dan para libro).

Pese a los nervios estuve por debajo de la media. Entregué la muestra por el hueco de la pared que tienen para este fin y me fui corriendo a la sala de espera. Teléfono en mano, esperaba que me llamaran para ir al quirófano. Pensé que no tardarían por el tiempo que había estado esperando, pero no fue así, más de una hora hasta que recibí la llamada.

Ahí estaba la parienta, sonriendo, con su cara de «colocadilla» de después de la anestesia. Me dijo que le habían sacado 8 folículos, que en el trayecto a casa le tuve yo que recordar porque cuando me lo dijo aún estaba bajo los efectos de las «drogas»; me hizo mucha gracia, íbamos en el coche, rememorando «la faena», cuando de pronto dijo indignadísima: «¡Pues podían haberme dicho cuántos han sacado!».

Nada más llegar a casa me llamaron de la clínica. Pensamos que me llamaban a mi por si ella aún estaba con su borrachera, pero no, la parienta con su móvil en silencio, como es normal en ella. Era del laboratorio para decirnos que debido al estado de inmadurez de los ovocitos recuperados no era viable realizar ICSI (que habíamos acordado por mi teratozoospermia). Me comentó la bióloga que si realizaban esta técnica podían dañarlos por tener la membrana muy frágil al no ser maduros y que no aguantarían el pinchazo, que por este motivo, realizarían una FIV convencional. Quedaron en llamarnos al día siguiente para contarnos cuántos habían fecundado.

Y así fue. A primera hora llamada de la clínica. Esta vez a la parienta con su móvil con sonido. Yo a su lado. Escucho y a la vez ella me dice con la mano que siete. Echamos a llorar los dos. Siete de ocho y con FIV convencional, cuando ya nos habíamos puesto en lo peor…

Siguiente día. Nos llaman y quedan cinco. No nos hablan de calidades de embriones en sí, se limitan a decirnos que salvo uno, el resto está teniendo un desarrollo irregular. Nos programan transferencia para el siguiente día, a las 12:30 horas.

Y allí que estamos. Llegamos pronto por si no encontramos aparcamiento y, como suele pasar, si te vas pronto, aparcas a la primera y te toca esperar. La parienta con la vejiga llena, pero aún así, vasito de agua en plan novato mientras esperamos. Nervios a tope.

Con bastante retraso llega nuestro turno. Entramos a quirófano y nos ponemos las batas, gorros y patucos. Antes de que llegara la doctora toca entrevista con la bióloga que nos cuenta el estado de los embriones. Nos dice que hasta esa mañana quedaban tres, de los cuales, por morfología y desarrollo sólo uno era válido para transferir. Lo muestra en pantalla, es la primera vez que lo vemos. El hecho de ver el embrión compensa la pena de pensar que sólo ha quedado uno. Llega la doctora, nos dice que aunque la calidad no es la óptima a nivel embrionario, se trata de un embrión transferible y que «tenemos que darle la oportunidad y confiar en él». Y así lo hacemos.

Empieza la transferencia y empiezan los problemas. Lo que debía ser un acto sencillo y rápido empieza a complicarse. La doctora no consigue introducir la cánula, no nos cuenta nada pero sabemos que algo no va bien.

Pide ayuda a otra doctora, pide otro tipo de cánulas, no sé que más utensilios… El caso que unos minutos después empiezo a ver que las gasas iban empapadas en sangre. Yo que apenas unos días antes había superado el miedo a los pinchazos, empiezo a marearme. La parienta está aguantando el dolor como puede, además de las ganas de orinar, pero inevitable que de vez en cuando dé un grito.

Yo a esas alturas ya no estaba pendiente de lo que ocurría, me encontraba fatal y andaba buscando visualmente algo donde vomitar porque notaba que «se acercaba». Me estaba empezando a encontrar realmente mal. Ya no recuerdo cuántas personas estaban dentro del quirófano pero una de ellas me tuvo que ver la cara y pidió ayuda para sacarme de ahí. Me llevaron a una habitación anexa al quirófano, de las que utilizan para que las pacientes se recuperen después de cada intervención. Allí me hicieron esperar y de vez en cuando alguien se asomaba por el ojo de buey de la puerta para comprobar cómo seguía.

Minutos después llegó la doctora que empezó el intento de transferencia. Me dijo que no era posible realizarla porque el cuello del útero se encontraba «con una curvatura anómala y no era posible introducir la cánula». Que debido al dolor y sangrado que le estaban produciendo a la parienta recomendaban hacer la transferencia con sedación al día siguiente. Era sábado y casi las 15:00. La no transferencia se había demorado muchísimo y que nosotros supíeramos aún quedaba otra chica después esperando, por eso decidieron no intentarlo hasta el próximo día.

Antes de irnos y en el estado que nos encontrábamos, una enfermera tuvo la genial idea de decirnos que la sedación del día siguiente no estaba incluida en el ciclo, que nos costaría 350 euros. Le di las gracias, no tenía ganas de discutir nada, sólo quería irme de ahí. La parienta estaba fatal, llorando, maldiciendo nuestra suerte, repitiendo que no iría al día siguiente…

Pero fuimos. Fue una tarde muy larga en casa. Nos convencimos de que teníamos que ir, aún previendo que sería en valde, pero recordamos las palabras de la doctora, «hay que darle la oportunidad y confiar en él».  Entramos en quirófano, esta vez yo sólo la acompañaría hasta que le pusieran la vía. Me permitieron esperar en la habitación donde luego ella se recuperaría de los efectos de la anestesia.

Mientras tanto traté con la enfermera el tema del precio de la sedación. Según tenía entendido el seguro médico se hace cargo de todas las técnicas utilizadas en el ciclo de FIV y cuando dice todas, son todas, no especifica que algo extraordinario o sobrevenido tengamos que abonarlo y así se lo expliqué. Le pedí un informe de la doctora del motivo por el que tuvo que utilizar una segunda sedación y un volante para la compañía médica y, esa misma tarde, estaba autorizada sin ninguna pega.

De la transferencia tengo que decir que aunque se me hizo muy larga la espera no tardaron más de diez minutos. En ese rato vinieron a verme varias enfermeras, doctoras… ya no distinguía a nadie. Todas para tranquilizarme y decir cómo estaba transcurriendo la transfer. Finalmente vino la doctora y me comentó que aunque había costado muchísimo entrar, lo habían conseguido y me dio una foto de la eco. Yo no apreciaba nada por lo que me señaló el puntito que correspondía con el embrión y el caldo de cultivo que le rodeaba, explicándome que lo depositaban junto al embrión para facilitar la implantación. Fue curioso, eso que la doctora me señaló en la foto tenía la forma de un caballito de mar, nuestro caballito y así nos referimos a él desde entonces.

Al final, como ya había adelantado, el resultado fue negativo. Mala suerte, embriones de poca calidad, mala praxis, quizás… un cúmulo de cosas que no nos favorecieron. Una transferencia con sangrado, estrés… ya vaticina un resultado desastroso. Lo positivo, ganamos experiencia y aprendimos cómo afrontar el siguiente ciclo, del que ya os hablaré próximamente.

Dejo para la siguiente entrada la explicación de todos los problemas que surgieron en este ciclo. Un abrazo.

13 comentarios

  1. Ufff doy me gusta a la entrada, pero conforme iba leyendo me iba retorciendo, la parienta se merece un premio por ser una guerrera y aguantar tanto! Espero las próximas entradas!

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    1. Está hecha una campeona, no como yo que soy un flojo, jejeje.
      Un abrazo y gracias.

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  2. Madre mía que mal debisteis de pasarlo. No quiero ni imaginarlo el dolor de ella y tu malestar.
    Que rabia me da cuando hablan de dinero en momentos tan delicados, para darle de ostias vamos!
    Me quedo esperando a que nos cuentes más. Un abrazo!

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    1. Tienes toda la razón, pero para ellos no deja de ser un negocio. Prontito intentaré dejar la siguiente entrada en el blog.
      Y por otra parte, enhorabuena (por aquí también) por tu reciente positivo!!
      Un abrazo.

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  3. Que mal que de historias de posibilidades de pasar por todo esto ! sino es una cosa es otra ! Me quedo esperando la siguiente !un abrazo
    sissi

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    1. Pues sí, un cúmulo de circunstancias que no ayudaron en nada. Prontito la siguiente entrada. Un abrazo.

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  4. Mamaalcuadrado · · Responder

    Madre mía!! Me he quedado sin palabras (y mira que en mi es raro) … Esperando próxima entrega!!

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    1. En cuanto tenga un ratito la próxima. Gracias y un abrazo!

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  5. HOla mario. Yo también me he puesto mala al solo imaginarme la escena…Siento mucho vuestro negativo.
    Por lo que he leído en otros blogs hay una prueba q hacen antes de la transfe incluso antes de la puncion que se llama la prueba de la cánula. Y es precisamente para evitar eso. Miran si entra bien la canula, prueban diferentes tamaños y si no se pude como le paso por ej a India en el blog de India quiere ser mama te hacen una hieroscopia. Pero que sepas que por ej a mi en la Seg Social tampoco me la han dicho ni me han hablado de ella.

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    1. Gracias! Si la prueba de transfer la hicieron al empezar los dos ciclos y bien, ya contaré en cuanto tenga un poquito tiempo lo que ocurrió en los dos ciclos y el porqué de las dificultades con la cánula. Respecto a la histeroscopia, la hemos tenido recientemente. Un abrazo!!!!!

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  6. Lo siento, pero no puedo terminar de leer tu entrada. A finales de mes me tocará la transferencia por primera vez y leer esto me está dejando muy mal cuerpo. Tal vez más adelante pueda retomarla. Perdona, pero me he puesto fatal y no soy capaz de leer más 😦
    No sé cómo termina, evidentemente, pero os deseo lo mejor. Un beso.

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    1. Gracias! Y no te preocupes y ve tranquila que la transferencia es super sencilla, nuestro caso fue algo particular, pero lo normal es que todo vaya muy bien. Muchísima suerte y que todo vaya genial. Un abrazo.

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  7. indiamamaluchando · · Responder

    Pues lo que quería decirte ya te lo ha dicho Insolita Pez 😉
    Y como ya sé la respuesta espero leer el resto.
    Por cierto ole, ole y ole a la valentía de la parienta, sois unos luchadores.

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