Mis experiencias en el “pajillódromo” (Parte II)

Bueno, ahora que tenéis una idea de cómo es el «pajillódromo» me quedaría contar cómo es eso de obtener la muestra en aquella habitación. Pues INCÓMODO… y también de contar, no os creáis. Pero es otra etapa de la parte masculina en este proceso y como tal tiene que quedar reflejada, es el objetivo que planteé al crear el blog.

Es cierto que no es comparable la primera con la quinta vez, como es mi caso. Ya os conté en la anterior entrada que llevo cinco visitas al «pajillódromo» y, seguro, me queda una sexta – ojalá la última -, pero no os dije para qué obtuve la muestra en cada una de ellas, así que ahí va:

1ª. Seminograma básico: Recuento espermático, volumen, viscosidad, concentración, movilidad y morfología de los espermatozoides… Solicitado por la ginecóloga de Parienta antes de pasar por repro, aquella que en la primera consulta supo diagnosticarle endometriosis y que de una forma superprofesional intervino quirúrjicamente, junto al resto de su equipo médico, para dejarla «lista» para empezar la batalla.

2ª. Test de supervivencia: Ya en la clínica de reproducción, como los siguientes.

3ª. Nuestra primera punción.

4ª. FISH y prueba de fragmentación de ADN.

5ª. Segunda punción.

Menuda colección, ¿eh? Ya hablaré de cada una de ellas y de las «notas» que saqué en cada asignatura… pero a lo que íbamos, obtener la muestra. Me centro en mi primera vez:

Bien, después de ojear el habitáculo por completo decido seguir con el tema. Me lavo las manos a conciencia siguiendo las recomendaciones del biólogo y me siento en la silla. 7E1758591La pruebo, muevo el culo para intentar adaptarme a ella. Es demasiado bajita, parece que vas a despegar en cualquier momento, así no hay forma, no estoy cómodo y decido sentarme en el borde. Mejor. Siguiente duda: ¿sólo desabotonar o bajar pantalón hasta las rodillas? Lo segundo es más práctico para la ocasión pero me siento mal viéndome de esa guisa. Así que empecé con la opción A, pero viendo que la cosa no llegaba a funcionar me vi en la obligación de pasar a la B (Confidencia: en las siguientes, directamente pantalón fuera y a la percha, una preocupación menos. Por la higiene no hay que preocuparse, el pajillódromo está siembre muy limpio y cuidado y la silla está cubierta por una sábana de papel desechable que el biólogo coloca al entrar y tú retiras cuando terminas 🙂 ).

El bote de la muestra. Otra preocupación. ¿Dónde lo dejo mientras llega el momento justo de recoger la muestra? No hay mesas y tampoco puedo dejarlo muy retirado de la silla por si no llegara a tiempo o se perdiera algo mientras lo alcanzo. Solución: junto a la silla hay una papelera de su misma altura, pues la forro bien de papel higiénico y lo deposito encima. Lo dejo con la tapadera desenroscada pero tapándolo, para ganar tiempo y pensando que cualquier mota de polvo puede alterar el resultado.

Y ya tengo todos los preliminares hechos. Pantalón a las rodillas, botecito cerca y abierto, móvil en la mano… (recordar que en mi primera vez la tele no estaba encendida). Pues empiezo el proceso de obtención de muestra. Lo que en otra ocasión y otro entorno hubiera sido cosa de cinco minutos, va por diez y con vistas a que se va a retrasar bastante más. La cosa no pinta bien, varias ocasiones de «sí pero no«, de cojo el bote y lo dejo otra vez. Nada. Decido descansar un rato porque veo que todo esfuerzo está siendo en vano. Dejo un par de minutos, caliento muñeca y empiezo de cero otra vez. Aunque «la situación» no es la idónea, varios minutos después cojo el bote y, esta vez sí, es la buena. Lo cierro apresuradamente (ya sabéis, el polvo).

Miro la muestra y no me convence. De lo que había visto por internet que analizarían en el seminograma, entre otros factores físicos, estaban viscosidad y color. Pues no me convence ninguno de ellos. Para lo que estaba acostumbrado a ver la apreciaba muy líquida y de un tono amarillento. Me autoconvencí de que estaría más líquida de lo normal al contacto con el plástico y, respecto al color, que era el tono que se apreciaba al mirarla a través de la pared del bote. Cuando tuve el informe vi que la valoración de estos factores fue buena, así que «maríos«, no asustarse.

Sin perder más tiempo, al cajoncito y timbre. Escucho ruidos. Alguien la ha recogido – ¡no la confundaís!, pienso -. Subo pantalones y abandono el pajillódromo. En la primera ocasión no tuve que esperar el tiempo de rigor.  Pero, ¿qué es el tiempo de rigor? preguntaréis. Si el proceso de obtención de la muestra se hace con la consistencia y solidez que el hecho de obtención en sí conlleva, pues después deberás esperar unos minutitos más antes de salir para no pasear tus dones por la sala de espera y resto de la clínica. De ahí, que en esa primera experiencia, no tuviera que esperar a que se aliviara la situación, ni consistencia ni solidez.

Y en resumen, eso es todo lo que ahí sucede. Luego están las anécdotas particulares de cada «marío» que, según me habéis referido por comentarios y Twitter, hay quien las cuenta y quien no… yo soy de los que las cuentan, con detalles. A Parienta frita la tengo. Y de estas cosas inusuales que surgen en el «pajillódromo» me quedo con dos:

– En la tercera, el día de la primera punción. Al igual que la primera, de las catalogadas como malas. Me despido de Parienta en el quirófano y me dirigo al «pajillódromo». Llego y la sala de espera llena y una cola de pajilleros esperantes señores que continuaba por la clínica. Me inquietaba pensar si me daría tiempo a terminar antes de que acabara Parienta en quirófano, por el hecho de ir a recogerla por si salía mareailla y, por supuesto, para la mezcla de bichines. Los míos tenían que estar esperando como buenos caballeros la llegada del «séquito femenino«. Cuando llegó mi turno quise darme tanta prisa que no había forma – «vísteme despacio que tengo prisa» -. Tenía mucho miedo, ese día no cabía la posibilidad de posponer la obtención de la muestra, no me imaginaba contándole a Parienta que no había podido ser… Menos mal que al final fue. Respecto a timbre, derrota, por supuesto.

– Y en la cuarta. Tras entrevista, el biólogo me invita a pasar al pajillódromo y, el muy cachondo, por lllamarlo de alguna forma, me suelta: «qué disfrute de la película». Menos mal que por aquel entonces ya era casi pro y no me intimidó lo más mínimo. Quiero pensar que lo hizo para quitar hierro al asunto porque de otro modo no lo veo un comentario adecuado a las circunstancias.


Y hasta aquí mis experiencias en el «pajillódromo». Espero que con estas dos entradas tengáis una visión de cómo es aquel cuartito por donde hemos tenido que pasar más de uno y en más de una ocasión y, que para el «marío» que tenga que pasar, sepa qué es lo que va a encontrar y le sirva para dejar los nervios y miedos fuera.

Sólo me queda pendiente enseñaros algunas fotillos (del «pajillódromo», of course!!!). Lo dejo pendiente para mi futura sexta experiencia, que si todo va bien, será en septiembre y, por si acaso, llevaré el móvil encima 😉

¡Hasta la próxima entrada!

16 comentarios

  1. La verdad es que lo pienso en frío y se tiene que pasar fatal. Tú lo haces muy ameno, pero verte en esa situación debe ser muy duro. Sobre todo en la tercera vez, que vas «con hora». Lo de la cuarta yo creo que fue por intentar amenizar, un intento de chiste por mejorar el difícil momento. Si no es para darle dos tortas. Un abrazo

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    1. Pues esa es la idea. Antes de empezar en todo esto pensaba que no sería para tanto, una más entre otras pero en un lugar diferente, pero no, una vez te ves ahí cómo cambia la cosa!! Respecto a lo del comentario, quiero pensar como tú, todos los miembros de la clínica, en general, son gente maja y educada, así que le daremos otra oportunidad, jejeje.
      Un abrazo!

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  2. Es buenísimo! Ja ja. Mi marido en la primera muestra que sacó para congelar en nuestro tratamiento de FIV no debió calcular muy bien y salió con toda la camiseta mojada! El otro día le leí tu entrada y estuvimos recordando ese momento ja, ja. Menos mal que nos lo tomamos con humor!

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    1. ¡Madre mía! jajajajaja Qué pensaría en ese momento !?!? ¿Se lo digo y que marque muestra incompleta o no se lo digo y que pase lo que tenga que pasar? Menudo apuro pasaría.
      Un abrazo!

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  3. Yo lo que veo complicado es lo de acertar en el bote porque la verdad es que, como dice mi mozo, no es una herramienta de precisión. Y pide que os pongan una mesita, hombre! Que tampoco les va a romper la entropía de la habitación!

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    1. Al menos en el pajillódromo del que hablo no cabría una mesita, está bastante apretado todo. Quizás un pupitre de los de «pala» como en los colegios, jajajaja, pero en lugar de estar atendiendo al profe, a la película.
      Gracias por el comentario. Saludos!

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  4. Esta vez leímos tu entrada en pareja jejeje que experiencias…mi hombretón hasta ahora se las ha visto en casa o en el baño de la habitación k nos dan para la punción…pero veremos a ver k nos depara el futuro jeje dice que le pica la curiosidad x ir al pajillódromo después de leerte jaja

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    1. Pues que vaya tranquilo y disfrute de la experiencia… después de pasar por un baño el pajillódromo le parecerá el paraíso jejeje.
      Gracias por el comentario. Saludos para ambos!

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  5. Jajajajajaja me parto de risa porque me imagino a mi valiente en esa situación…
    Las primeras dos veces en la seguridad social no había «pajiroom» así que lo hizo en casa y fuimos todo el camino en coche, en pleno noviembre, yo con el bote en mi pecho para mantenerlo en calor, imaginate! Lo que no hagamos por ésto… Qué experiencias!
    Suerte en septiembre! Ya te iré leyendo.

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    1. Esa opción, la de llevar el bote desde casa, también la barajamos nosotros en su día, pero me veía saltándome todos los semáforos en rojo y con un pañuelo blanco asomando por la ventana. La descartamos por el hecho de ir más tranquilos y relajados, sobre todo los días que coincidían con punción.
      Y muchas gracias! A ver septiembre qué tal se da, vamos con ilusión renovada!!!!
      Un abrazo.

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      1. Otro! A cruzar todo por vosotros pareja!

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  6. Jajaja, es que debe ser un cuadro! Mi marido me lo contó con pelos y señales, y venía muerto de risa de lo surrealista que le pareció todo. En las dos veces que tuvo que ir (seminograma y dejar la muestra para la fecundación) hubo anécdotas diferentes y nos partimos de la risa al hablarlo.

    Pobres, menudo trago xD

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    1. Es verdad que casi no tiene importancia, que es un ratito de nada, pero en ese tiempo la presión se multiplica y los nervios juegan una mala pasada. Después todo son risas, es un lugar muy peculiar que nunca hubiera imaginado «así»…
      Ahh! Y no he hablado en ninguno de los dos post de las revistas ya que no toqué ni una… estaban arrugaditas y daban grima. Imagino que las tendrán para enemigos de las nuevas tecnologías.
      Saludos!!!!!!

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  7. Jajajaja!! Que risa leyéndote! A nosotros en la clínica nos explicaron que había una habitación destinada a tal fin, o sea, un pajillodromo. Cuando a mi chico le tocó ir iba la mar de relajado, la recepcionista le dio el bote y le indicó una puerta. Él entró y se encontró en un habitáculo súper pequeño y vacío. Se resignó, echó el pestillo, hizo su faena y cuando iba a salir se da cuenta de que en uno de los lados había otra puerta, la abre y… Chaaaaaaannnn… Ahí estaba! El paraíso de cualquier quinceañero con ganas de hacer músculo en la muñeca!! Ja ja ja! Nada, no pudo aprovechar las instalaciones, ja ja! Aunque me confesó que tampoco se habría aventurado a tocar nada 😂. Para la siguiente vez ya lo sabe, en vez de quedarse en el recibidor, puede entrar a la suit presidencial!

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    1. Jajajajaja. Esa «antesala» también estaba presente en nuestra clínica y la utilizaba para la entrevista con el biólogo… No creo que hablemos de la misma porque en mi caso el cristal era traslúcido y daba a la sala de espera… menudo show!!!
      Gracias por comentar. Saludos!

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  8. No entiendo por qué no lo hacéis más divertido.. ¿y si lo hacéis los dos en casa, bar cercano,baño de la clínica… de forma divertida y luego lo lleváis? ¿No mola más así?

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