[Nombre de la clínica]: Nuestra tercera traumática transferencia.

Antes de nada pedir disculpas por no haber comentado nada de lo sucedido antes, lo siento de verdad, pero desde que ocurrió todo hemos evitado al máximo permanecer en casa y preferido estar en la calle, de un sitio a otro y con la cabeza ocupada para no pensar mucho en lo pasado. También agradecer, de corazón, todas las muestras de cariño y apoyo que hemos recibido desde entonces, principalmente a través de Twitter y su #infertilpandy.

Adelantaros que no pudo realizarse la transferencia, o mejor dicho, no pudo terminarse. Otra vez se repitió la situación de las dos anteriores, otro error que nos llevó a vivir en el día de ayer, la que probablemente fuera, la peor experiencia hasta el momento con la infertilidad…

Llegamos a las inmediaciones de la clínica una hora antes de la cita. Salimos de casa temprano, queríamos ir tranquilos para que en caso de atascos o no encontrar aparcamiento, no se nos hiciera tarde. Preferíamos quedarnos en el coche y esperar a ir con prisas y añadir ese extra al estado de nerviosismo que la situación conllevaba. Tuvimos tiempo de hablar sobre lo que nos encontraríamos, si finalmente serían dos, uno o ninguno los embriones que nos esperarían, de las calidades de los mismos, de si tras la transferencia todo el sufrimiento y esfuerzo habría valido la pena…

Un rato después ya estábamos en quirófano. Sí, en el quirófano porque la transferencia estaba programada para ser realizada de forma natural y, en caso de dificultades, sedar a Parienta, como en ocasiones anteriores, pero esta vez con todo preparado y Parienta sin haber ingerido alimento desde la noche anterior, para evitar lo ocurrido en anteriores transfers.

Allí esperamos hasta que vinieron del laboratorio a contarnos qué tal les había ido con nuestros embriones (de Twitter sabréis que de 12 óvulos extraídos el día de la punción, 6 fecundaron y sólo 2 llegaron al día anterior a la transferencia). Nos hablaron un poco de los resultados, de que la muestra de esperma estaba dentro de la normalidad en madurez, fragmentación y morfología (recordad que elegimos unas técnicas concretas porque algunos de estos valores estaban alterados) y comentaron que los dos embriones continuaban siendo viables para transferir, si bien, su crecimiento había sido algo lento y las tasas de embarazo iban a ser muy bajas, aún así había que darles esa oportunidad. Pregunté si no mejoraría en algo esperar y comprobar si llegaban a blastocitos, la respuesta fue que era nuestra decisión pero que, por su calidad, era muy probable que se pararan y no hubiera transferencia. Nos dejaron unos minutos para decidirnos y elegimos seguir adelante con la transferencia, un poco también aconsejados por la ginecóloga que nos dijo que el mejor sitio para que siguieran adelante era el útero.

Así que prepararon a Parienta y empezaron con la transferencia. Probaron primero con una cánula y después con otra; sólo un par de minutos y al no conseguir entrar y, para evitar hacerle daño, decidieron parar y proceder a sedarla. Me invitaron a salir y me dejaron esperar en la sala que nos habían asignado para la recuperación tras la transfer.

Miré el reloj y empecé a contar el tiempo. Las dos ocasiones anteriores habían rondado los 15 – 20 minutos, en esta habían transcurrido 45 cuando una enfermera entró y me dijo que aún continuaban intentándolo, que les estaba costando mucho. ¿Más que las anteriores? ¿Pero y la histeroscopia y la dilatación del cuello? ¿Qué pasaba con la prueba que habían realizado dos semanas antes y consiguieron entrar con una cánula en concreto?

Una hora y cuarto después entraron a Parienta a la habitación donde me encontraba. Aún dormida la dejaron conmigo y se marcharon indicándome que en unos minutos pasaría la doctora.

Comencé a hablarle, a intentar que se fuera despertando. Me asustaba verla así y pensaba si de verdad todo este sufrimiento era necesario. Poco a poco iba abriendo los ojos, intentaba incorporarse y yo le pedía que se relajara, pensando en ese reposo que hay que mantener obligatoriamente después de la transferencia – ingenuo de mí.

Antes de que llegara la ginecóloga, en un momento que Parienta abrió los ojos, le pregunté si habían conseguido entrar. Me miró sorprendida y respondió: «¿por qué no iban a hacerlo?» y volvió a dormirse. Me resultaba extraño que nadie me hubiera dicho nada, que la dejaran conmigo en ese estado y se marcharan. En las dos transferencias anteriores, también con sedación, antes de traer a Parienta, siempre pasaba alguien y me informaba: «ha costado muchísimo, pero está hecho» y, cuando ella llegaba ya estaba despierta, sonriéndome. Esta ocasión fue todo diferente.

Pasaron esos minutos y llegó la ginecóloga que había estado en quirófano. Confirmó mis sospechas: «no hemos conseguido entrar». Nos explicó la situación del cuello del útero, más inclinado aún que en ocasiones anteriores, imposible que la cánula consiguiera salvar la curvatura y adentrándose, cómo no, en la falsa vía… Además, había requerido de la ayuda de la doctora que practicó una de las transfers anteriores, que también quiso interesarse por nuestra situación y explicar un poco lo sucedido. ¿Cómo era posible que encontraran esa curvatura imposible de franquear a la hora de transferir y no realizando la prueba durante una de las citas de control? La primera de las ginecólogas reconoció que, posiblemente, su compañera erró a la hora de practicarla, engañada por la falsa vía y confiando de que estaba entrando… ¿¡otra vez!?

Ahora tocaba, aún con Parienta debatiéndose entre the real life y el País de las Maravillas, elegir el destino de los embriones. Si una hora atrás la embrióloga nos había comentado que no veía viable llevarlos a blasto, en ese momento nos planteó como mejor situación esa y, si conseguían llegar, vitrificarlos para una vez corregida la curvatura del cuello del útero, transferir. Nos advirtió del riesgo de una futura desvitrificación, que quizás no superarían, pero que era lo más correcto ya que vitrificar en el día +3 era aún más arriesgado.

Ahí quedamos. Aún a la espera de recibir noticias sobre si los embriones llegarán o no a ser vitrificados para lo que confiamos en «ese» Embryoscope que nos aconsejaron para mejorar su evolución, para evitar «ser molestados» cada vez que se quiere consultar su estadio. ¡Ánimo campeones!

Para la siguiente semana tenemos cita, ya con Parienta más despierta y una vez se haya reunido el equipo médico de la clínica, para tratar el problema surgido y ver qué nos plantean. Nos tocará pelear seguro. ¡Os mantedré informad@s!

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Respecto al título de la entrada:

Recientemente terminé un curso en una de las muchas plataformas MOOC que existen denominado «Redacción en Internet». En uno de los módulos nos explicaban que para que una entrada de tu blog tuviera un mayor alcance en buscadores era importantísimo el título que se le daba, aconsejando:

• Titular con palabras clave.
• Dar prioridad a los nombres propios.
• Ubicar las palabras potencialmente más buscadas al principio del título.

Es por ello que, a mi parecer, no cabe duda que esta entrada debería titularse con el nombre de la clínica. Que las personas que buscan opiniones, experiencias, acerca de la misma, tuvieran la oportunidad de conocer la nuestra.

Después de lo ocurrido mentiría si dijera que no estamos tristes, casi hundidos… pero más que eso estamos enfadados, rabiosos por lo sucedido, aún sin dar crédito. Entendemos que la primera vez se practicara de forma errónea esa prueba de transferencia. Esforzándonos mucho podemos llegar a creer que en el segundo tratamiento ocurriera lo mismo, otra prueba de transferencia mal realizada que dio lugar a otra traumática transferencia. Para el tercer tratamiento pasamos antes por una histeroscopia y una dilatación del cuello del útero y, si se realizó prueba de transferencia (también mal), fue porque insistimos nosotros para comprobar si las pruebas anteriores, histeroscopia y dilatación, habían servido para algo…

El hecho de no poner el nombre de la clínica, al menos por el momento (las entradas publicadas son también editables), es por respeto a todas aquellas personas que están incursas en tratamientos en la misma, no quiero ni asustar ni crear mayor incertidumbre que la propia del tratamiento.

Somos conscientes de la dificultad que entraña nuestro problema pero, en caso de haber sido detectado, no hubiéramos seguido con este tratamiento y antes, hubieramos intentado buscar la solución. Pensamos que ha sido un ciclo tirado a la basura y esperamos, que en la próxima consulta nos den una solución y asuman su parte de culpa. Lo dicho, esperamos.

Quitando eso he de resaltar y agradecer el trabajo realizado por todo el equipo que partició en la última transferencia. Nos demostraron que lo intentaron hasta el final y que lo habrían seguido intentando de no ser porque no podían demorar ni un minuto más manteniendo a Parienta bajo sedación, con el riesgo que ello conllevaba.

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